Cuando las personas escuchan «minimalismo», a menudo piensan en vivir en una casa pequeña con una sola toalla o sosteniendo una tostadora para interrogarla sobre su capacidad para provocar alegría.
Se imaginan ordenando despiadadamente sus armarios para transportar carros llenos de ropa a un centro de donación.
La verdad, sin embargo, es que el minimalismo es más que la reducción de cosas, y no se trata de privaciones. Cuando hacemos la vida más complicada de lo que debe ser, la mentalidad minimalista nos lleva de vuelta a la simplificación. El minimalismo como estilo de vida es una vuelta a lo puro y necesario para vivir una vida sana.
Hace varios años, cuando comencé mi viaje minimalista, no sabía a dónde me llevaría ni los beneficios para la salud que obtendría. Sólo sabía que tenía demasiadas cosas. Compré demasiadas cosas. Todos los días había cajas de Amazon en mi puerta y mi cuenta bancaria se estaba muriendo de hambre.
Pasé mucho tiempo desplazándome sin pensar en mi teléfono y tenía demasiados eventos en mi calendario. Estaba demasiado cansada para cocinar alimentos saludables o hacer ejercicio.
Me sentía agotada, abrumada y ansiosa. De alguna manera terminé uniéndome a un desafío de limpieza que inició mi viaje hacia el minimalismo.
Mi pensamiento no cambió de inmediato. Continué comprando cosas mientras me deshacía de más de 2000 artículos.
No obstante, mis compras se desaceleraron y en algún momento comencé a ver una diferencia en mi hogar. El ambiente se sintió más ligero y comencé a sentirme más tranquilo.
A medida que cambió mi entorno externo, también cambió mi pensamiento interno. Ya no quería excesos en mi casa ni en mi horario. Quería una forma de vida más simple y sostenible. A medida que seguí el camino del minimalismo, mi salud física y mental mejoró.
Salud física
comer limpio
Con una mentalidad minimalista, comienzas a deshacerte de los excesos enfocándote en tus prioridades. A medida que adopta este pensamiento, comienza a aplicarlo a los alimentos que consume y a los productos que compra. Los artículos procesados, cargados de químicos y demasiado empacados no son compatibles con esta mentalidad, por lo que comer alimentos integrales y comprar productos sostenibles se convierte en una opción natural.
Ejercicio
Uno de los beneficios más inesperados del minimalismo para mí fue la creación de tiempo extra. Cuando ya no dediqué mi tiempo a mover el desorden de un lugar a otro en mi casa y comprando artículos adicionales innecesarios, cuando eliminé las «obligaciones», como eventos sociales con conocidos, de mi calendario, me quedó tiempo. Este tiempo ahora lo uso para practicar yoga y caminar por mi vecindario.
Salud mental
Calma
Hay estudios que muestran una conexión entre el desorden y la ansiedad/depresión, por lo que tiene sentido que mi ansiedad mejore a medida que me ordeno.
Sin embargo, no sabía de esta conexión en ese momento. A medida que desarrollé un ambiente tranquilo en mi hogar, mis pensamientos comenzaron a dejar de correr.
Gratitud y satisfacción
Parte de desarrollar una mentalidad minimalista es estar contento con lo que ya tienes. Tengo suficiente. Yo soy suficiente. No necesito más cosas para ser una persona completa.
Diariamente, escribo en un diario de gratitud para recordarme a mí misma que debo estar agradecida por todo lo que tengo. La evidencia ha demostrado que expresar gratitud es un camino rápido hacia la felicidad.
Vivir con Intención
Ahora practico vivir con intención. Soy el curador de mi vida, no solo el curador de mis pertenencias. Así como decidí qué elementos físicos desechar o conservar, también decido qué descarto o qué guardo de mi agenda. Elijo mis prioridades y “desordeno” cualquier cosa que no las apoye.
La vida no tiene que ser complicada. Es el exceso lo que nos está haciendo insalubres. Pero cuando eliminamos las partes no deseadas, podemos vivir más libremente en nuestra vida más pura.